miƩrcoles, 11 de octubre de 2017

La sociedad dominicana tiene ante sí la agudización de un problema que ya no admite mÔs aplazamientos por parte del Estado dado los trastornos emocionales, psíquicos y espirituales que el mismo genera en la población: La inseguridad ciudadana.
Esa problemƔtica tiene que ser encarada de manera frontal por las autoridades correspondientes o inevitablemente este paƭs se conduce a un estado de locura colectiva o en un sƔlvese quien pueda.
No conozco un paĆ­s del mundo que haya podido alcanzar estadios de desarrollo espiritual y material teniendo en sus entraƱas una patologĆ­a  tan nociva como la citada anteriormente.
Ese fenómeno no se puede seguir postergando, pasÔndole bÔlsamos, hay que extirparlo de una buena vez del cuerpo social de la República Dominicana, cueste lo que cueste, duela lo que duela.
La percepción de inseguridad de la población en RepĆŗblica Dominicana es una de las mĆ”s altas de la región, de acuerdo a un diagnostico presentado recientemente  por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
De acuerdo al informe  de Desarrollo Humano “Seguridad Ciudadana con rostro humano” 2013-2014, el 64.8 por ciento de la población dominicana percibe un deterioro de la seguridad ciudadana -el Ć­ndice mĆ”s alto de los paĆ­ses estudiados-, seguido por Venezuela (58%), Brasil (56.9%), MĆ©xico (55.9%), Costa Rica (54.8), Bolivia (53.2) y Uruguay (55.2%).
Los datos del PNUD indican que República Dominicana también obtuvo los índices mÔs de personas que dicen han sentido la necesidad de cambiar de barrio por temor a la delincuencia, 21.5%; que han limitado sus lugares de compra por la inseguridad, 51.1%; y que han limitado sus lugares de recreación por la inseguridad, 59.1%.
El país estÔ entre los países con alta tasa de homicidios, 23 por mÔs de cien mil habitantes de acuerdo con el Observatorio Político Dominicano (nivel considerado de epidemia según la escala de la OMS de mÔs de 10 por cien mil habitantes), en cuanto al robo, estÔ en una tasa baja de 16.7% -una de cada seis personas o mÔs fue robada en el último año.
Hay que terminar con ese problema, es algo irresistible, traumĆ”tico, genera stress en la población, y lo mĆ”s preocupante para un paĆ­s envĆ­a de desarrollo como la RepĆŗblica Dominicana afecta el flujo turĆ­stico y aleja la inversión  extranjera. Hay que actuar con mĆ”s contundencia. DespuĆ©s serĆ” muy tarde.

Un Estado que se precia de moderna tienes varias obligaciones importantes, entre ellas las de promover y velar por la seguridad pública en todas sus variantes; simplificar y agilizar las gestiones de los ciudadanos en su contacto con los organismos gubernamentales, y mantener al día con los últimos adelantos científicos y tecnológicos aquellas leyes y reglamentos que tienen mayor impacto sobre las actividades cotidianas del pueblo.

Las vidas y actividades diarias de la ciudadanía se ven muy afectadas no por la poca legislación, sino por la falta de hacer cumplir con las leyes y reglamentos del trÔnsito vehicular por las vías públicas.
La Ley 241 del 28 de diciembre de 1968, sobre trÔnsito de vehículos, ha sufrido varias modificaciones y enmiendas para tratar de ajustar dicho estatuto a las cambiantes realidades sociales y tecnológicas.
Al cabo de 46 años que tiene en vigencia la Ley 241 poco avance se ha logrado, y cada día que pasa la situación del trÔnsito vehicular se torna mÔs caótica y difícil, pese a ciertas medidas que se han tomado para mejorar y/o aliviar esta situación.
En sus inicios, la Dirección General de TrÔnsito Terrestre (DGTT) fue un organismo dinÔmico, integrado por un grupo de ingenieros y técnicos conocedores del trÔnsito, y se tomaban medidas para mejorar el mismo. Luego la DGII se convirtió en una entidad de venta de las licencias de conducir y hoy estÔ privatizada.
Otros organismos se han creado a la medida de ciertos funcionarios, los cuales han operado y dirigido los mismos a su antojo y conveniencia.
Varios organismos han sido y son completamente inoperantes y no han podido, ni han querido, ejercer cabalmente las funciones para los cuales fueron creados.
El 11 de octubre del 2012 el Ing. Rafael T. Crespo PĆ©rez, Diputado al Congreso Nacional por el Distrito Nacional, presentó un anteproyecto de ley ante el presidente de la CĆ”mara de Diputados, que persigue modificar la Ley 241 de TrĆ”nsito y Transporte Terrestre de nuestro paĆ­s, ley que tiene el nombre de “Ley de Movilidad, Transporte Terrestre, TrĆ”nsito y Seguridad Vial”.
Hay que darle crƩdito al ingeniero Crespo PƩrez por la laboriosidad, deseo y buen intento de modificar la Ley 241.
Esta ley, según algunos funcionarios del Ôrea de transporte del país, la han querido vender como una ley unitiva que resolverÔ de una vez y por todas los problemas del trÔnsito y del transporte terrestre.
En los tres años que tiene este anteproyecto de ley de haberse sometido al presidente de la CÔmara de Diputados, aún no se ha podido aprobar.
Me he tomado la libertad de leer este anteproyecto de ley, por lo menos dos o tres veces y compararlo con las leyes de trÔnsito vigentes en Puerto Rico y en Méjico, y me atrevo a afirmar que la misma es defectuosa, y que su principal defecto es que se ha querido hacerla muy amplia y abarcadora, y presenta signos innegables de inadecuación y obsolescencia estructural, tales como una redacción confusa y desorganizada, disposiciones contradictorias, lenguaje repetitivo, extensión excesiva y falta de sistematización.
El requisito de toda ley es que la misma se redacte con un lenguaje sencillo y directo, estableciendo una reglamentación ordenada, y eficiente, para que todo aquel que la lea pueda interpretarla correctamente y así poder cumplirla cabalmente.
La Ley tiene 9 tƭtulos y por lo general estos tƭtulos se subdividen en capƭtulos y los capƭtulos en subcapƭtulos y estos en artƭculos; ademƔs consta de 331 artƭculos.
El problema de la antigua Ley 241 fue que se crearon varios organismos para el sector trÔnsito y transporte, como la OTTT que nunca ha podido regular las rutas urbanas e interurbanas, y se ha convertido en un organismo para expedir franjas para nuevas rutas y nunca ha podido establecer una tarifa adecuada en el transporte, debido a las altas y/o bajas en los precios de los combustibles. La OPRET se convirtió en un constructor de las líneas del Metro de Santo Domingo, y su función de reordenar nunca la ha ejercido, y aunque ha recibido sumas millonarias del BID y de la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD) para implementar programas para reordenar el trÔnsito, nunca se ha presentado un estudio para estos fines.
La AMET funcionó bastante bien al principio de su creación, luego fue militarizada y se les agregaron nuevas funciones y vino su fracaso. Al igual que la OMSA, ésta se convirtió en un cementerio de chatarras.
En la nueva ley se crea el Instituto Nacional de TrƔnsito Terrestres (INTRANT) organismo rector con fusiones definidas.
En la nueva ley no se menciona ni se regula el trƔnsito de motocicletas, que es el mayor dolor de cabeza en lo que respecta al trƔnsito por nuestras calles y los accidentes frecuentes.

La seguridad ciudadana en RD

La sociedad dominicana tiene ante sí la agudización de un problema que ya no admite mÔs aplazamientos por parte del Estado dado los trastor...